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Puede que ocho horas de sueño le parezcan una pérdida monumental de tiempo, sobre todo teniendo en cuenta lo ocupados que estamos todos. En el siglo XXI vivimos una vida agitada, combinamos un trabajo exigente con las tareas del hogar mientras que al mismo tiempo luchamos por encontrar espacio y tiempo para los amigos, la familia y las actividades de ocio. Por lo tanto, no es de extrañar que muchas personas trabajen hasta altas horas de la noche o que se levanten temprano para ir al gimnasio; todo ello en un momento en el cual lo normal sería encontrarse al mundo dormido.
Dormir también nos hace vulnerables. Si alguna vez no se ha despertado durante una tormenta o mientras sonaba el despertador, sabrá lo profundamente inconscientes que podemos quedarnos cuando dormimos. En la era prehistórica, esto habría puesto en riesgo a nuestros antepasados. Sin embargo, estamos programados evolutivamente para dormir entre 6 y 11 horas seguidas.
La aparición de la tecnología ha llevado a una interrupción de nuestros hábitos de sueño. Antes, cuando no existía la electricidad, la gente tendía a calmarse mientras oscurecía y solía trabajar durante el día. La luz artificial nos permite trabajar hasta altas horas de la noche y los dispositivos electrónicos pueden engañar a nuestros cerebros para que piensen que todavía es de día. Esto interrumpe nuestro ritmo natural y también conduce a un sueño de peor calidad. El profesor Charles Czeisler de la facultad de medicina de Harvard descubrió que quienes leen libros electrónicos antes de acostarse tardan más en quedarse dormidos, presentan niveles reducidos de melatonina (la hormona que regula el reloj interno de nuestro cuerpo) y están menos alerta por la mañana.
Los trabajadores por turnos son los más afectados. El centro para el control de enfermedades de EE.UU. afirma que casi la mitad de todos los trabajadores de turno de EE.UU. duermen menos de seis horas por noche.
Aunque los científicos no comprenden aún plenamente el sueño y su importancia, sabemos que es un proceso anabólico o de construcción que restaura los suministros de energía del cuerpo y que repara la fatiga física y emocional que se ha producido durante el día.
No debería asumir que mientras dormimos, la mente y el cuerpo se apagan. Este no es el caso. Cuando dormimos, la mente y el cuerpo están muy activos. Se llevan a cabo una gran cantidad procesamientos importantes, el cuerpo se restaura y se fortalece. No se sabe exactamente cómo ocurre esto ni por qué tenemos que dormir durante tanto tiempo, pero los científicos saben que el sueño es necesario para gozar de una buena salud y de bienestar.
El sueño nos ayuda a solidificar y consolidar los recuerdos. Toda la información que obtenemos durante el día se procesa mientras dormimos. Muchos recuerdos se transfieren de la memoria a corto plazo a la memoria de largo plazo, consolidándose para que nos sea fácil recordarlos en el futuro. Además, el cerebro se limpia a sí mismo de los desechos o de aquellas cosas que cree que no necesita saber. Es como limpiar la memoria caché de tu ordenador.
El cuerpo necesita largos períodos de sueño para restaurarse y rejuvenecerse, para que los músculos crezcan, para reparar tejidos y sintetizar hormonas.
El sueño restaura nuestra energía mental. Durante el día usamos nuestras reservas de energía pensando, preocupándonos y creando cosas, y esta energía necesita ser restaurada.
La falta de sueño afecta nuestra coordinación. Nos volvemos más torpes y cometemos más errores. Perdemos nuestra capacidad para hacer las cosas con agilidad. Si dormimos lo suficiente, mejora nuestro tono muscular y la apariencia de nuestra piel. Si no dormimos poseemos una tez pálida. Con un sueño adecuado, los atletas corren mejor, nadan mejor y son capaces de levantar más peso. Nuestro sistema inmunológico responde mucho mejor si dormimos bien.
Según investigadores de la Universidad de Surrey en Guildford, Reino Unido, la falta de sueño altera la forma en la cual se comportan los genes en las células del cuerpo. Descubrieron que los genes involucrados en la inflamación aumentan su actividad si no dormimos lo suficiente y que se comportan como si el cuerpo estuviera bajo estrés. Esto parece formar parte del mecanismo de lucha y huida que experimentamos cuando estamos estresados. Es una reacción primordial. La inflamación resultante ayuda a amortiguar los efectos de posibles ataques de animales salvajes o enemigos humanos. Por lo tanto, el cuerpo está "en alerta" aunque no tenga lugar ningún ataque y activa el sistema inmunológico aunque realmente no sea necesario. Los científicos temen que esto explique la relación entre la falta de sueño y resultados negativos para la salud como, por ejemplo, las enfermedades del corazón y los derrames cerebrales.
Los estudios han demostrado que a medida que nos privamos del sueño, algunas partes del cerebro se vuelven inactivas mientras estamos despiertos. Esto explica por qué a veces nos sentimos "medio dormidos" o, tal vez, un poco tontos.
La falta de sueño afecta a nuestra personalidad. Perdemos el sentido del humor. Podemos volvernos irritables y menos tolerantes. Nos peleamos con los miembros de nuestra familia y estamos de mal humor. Las cosas que generalmente nos divierten parecen molestarnos.
Los niños necesitan dormir más que los adultos porque están aprendiendo a un ritmo mayor. Los adultos necesitan entre 7 y 9 horas de sueño por noche, los niños de un año necesitan aproximadamente entre 11 y 14 horas, los niños en edad escolar entre 9 y 11 horas y los adolescentes entre 8 y 10 horas.
Si sufre falta de sueño, no podrá compensarlo durmiendo simplemente más durante los fines de semana. Es mejor establecer un hábito de sueño consistente, sin importar su edad, para satisfacer sus necesidades de sueño cada noche. Esto le permitirá afrontar los desafíos de la vida día a día.
Se cree que entre los factores que influyen sobre nuestros patrones de sueño se encuentran también nuestro tamaño físico, masa muscular, tamaño cerebral y nuestra capacidad de pensar.
Creado por Tom Vermeersch
Tom Vermeersch es psicólogo titulado y experto en Flores de Bach con más de 30 años de experiencia.
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La aparición de la tecnología ha llevado a una interrupción de nuestros hábitos de sueño. Antes, cuando no existía la electricidad, la gente tendía a calmarse mientras oscurecía y solía trabajar durante el día. La luz artificial nos permite trabajar hasta altas horas de la noche y los dispositivos electrónicos pueden engañar a nuestros cerebros para que piensen que todavía es de día. Esto interrumpe nuestro ritmo natural y también conduce a un sueño de peor calidad. El profesor Charles Czeisler de la facultad de medicina de Harvard descubrió que quienes leen libros electrónicos antes de acostarse tardan más en quedarse dormidos, presentan niveles reducidos de melatonina (la hormona que regula el reloj interno de nuestro cuerpo) y están menos alerta por la mañana.
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No debería asumir que mientras dormimos, la mente y el cuerpo se apagan. Este no es el caso. Cuando dormimos, la mente y el cuerpo están muy activos. Se llevan a cabo una gran cantidad procesamientos importantes, el cuerpo se restaura y se fortalece. No se sabe exactamente cómo ocurre esto ni por qué tenemos que dormir durante tanto tiempo, pero los científicos saben que el sueño es necesario para gozar de una buena salud y de bienestar.
El sueño nos ayuda a solidificar y consolidar los recuerdos. Toda la información que obtenemos durante el día se procesa mientras dormimos. Muchos recuerdos se transfieren de la memoria a corto plazo a la memoria de largo plazo, consolidándose para que nos sea fácil recordarlos en el futuro. Además, el cerebro se limpia a sí mismo de los desechos o de aquellas cosas que cree que no necesita saber. Es como limpiar la memoria caché de tu ordenador.
El cuerpo necesita largos períodos de sueño para restaurarse y rejuvenecerse, para que los músculos crezcan, para reparar tejidos y sintetizar hormonas.
El sueño restaura nuestra energía mental. Durante el día usamos nuestras reservas de energía pensando, preocupándonos y creando cosas, y esta energía necesita ser restaurada.
La falta de sueño afecta nuestra coordinación. Nos volvemos más torpes y cometemos más errores. Perdemos nuestra capacidad para hacer las cosas con agilidad. Si dormimos lo suficiente, mejora nuestro tono muscular y la apariencia de nuestra piel. Si no dormimos poseemos una tez pálida. Con un sueño adecuado, los atletas corren mejor, nadan mejor y son capaces de levantar más peso. Nuestro sistema inmunológico responde mucho mejor si dormimos bien.
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Los estudios han demostrado que a medida que nos privamos del sueño, algunas partes del cerebro se vuelven inactivas mientras estamos despiertos. Esto explica por qué a veces nos sentimos "medio dormidos" o, tal vez, un poco tontos.
La falta de sueño afecta a nuestra personalidad. Perdemos el sentido del humor. Podemos volvernos irritables y menos tolerantes. Nos peleamos con los miembros de nuestra familia y estamos de mal humor. Las cosas que generalmente nos divierten parecen molestarnos.
Los niños necesitan dormir más que los adultos porque están aprendiendo a un ritmo mayor. Los adultos necesitan entre 7 y 9 horas de sueño por noche, los niños de un año necesitan aproximadamente entre 11 y 14 horas, los niños en edad escolar entre 9 y 11 horas y los adolescentes entre 8 y 10 horas.
Si sufre falta de sueño, no podrá compensarlo durmiendo simplemente más durante los fines de semana. Es mejor establecer un hábito de sueño consistente, sin importar su edad, para satisfacer sus necesidades de sueño cada noche. Esto le permitirá afrontar los desafíos de la vida día a día.
Se cree que entre los factores que influyen sobre nuestros patrones de sueño se encuentran también nuestro tamaño físico, masa muscular, tamaño cerebral y nuestra capacidad de pensar.
Las personas pasamos mucho tiempo lamentándonos por el pasado y preocupándonos por el futuro. ¡Pero no merece la pena! ¡El ayer ya no importa! Viva el momento sin pensar en el pasado ni en el futuro.
Desde la aparición de la pandemia de COVID-19, los gobiernos en todo el mundo han tomado medidas sin precedentes para intentar parar la propagación del coronavirus. Los cambios rápidos que hemos visto han tenido un impacto en casi cada aspecto de nuestra vida.
¿Siente que siempre está criticando y juzgando a los demás, incluso a usted? ¿Se siente mal después? ¡No es el único! Continúe leyendo para descubrir cómo podemos llegar a ser menos críticos y cómo aceptar las cosas tal y como son.
Volver al colegio durante una pandemia es una experiencia nueva para todos, por lo que es comprensible que los niños sientan un poco de ansiedad. Vamos a ver algunos de los problemas que se pueden presentar y ofrecer consejos para ayudar a nuestros hijos en su vuelta al colegio.
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Millones de personas cuyos empleos fueron suspendidos vuelven al trabajo estos días. Los que han estado trabajando a distancia vuelven a la oficina. Otros muchos empleos desaparecieron, por lo que las personas que perdieron su trabajo tienen que enfrentarse pronto a la búsqueda de empleo. Volver al trabajo tras todo este tiempo en casa es todo un reto.
De vez en cuando dudamos de nosotros mismos. Nos preocupamos por las decisiones que hemos tomado y por cómo afrontar los desafíos futuros. Y en ocasiones sentimos que no estamos a la altura.
La imaginación de los niños no tiene límites, por lo que en sus sueños se mezcla la esperanza con la fantasía, lo real con lo mágico, o lo posible con lo imposible.
Después de 25 años en el mundo de las Flores de Bach, nos hemos preguntado si no era el momento para un nombre nuevo, un nombre propio. No solo nosotros hemos ido avanzando, usted también lo ha hecho, junto a la confianza que ha depositado en nosotros. Por ello, deseamos vincularnos con un nombre propio. Ese nombre es Mariepure.
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Las Flores de Bach no son un medicamento sino extractos inocuos de plantas que se toman para reforzar la salud.
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